«No hay ningún mequetrefe de esos “expertos” en geoestrategia que aparecen por los medios de comunicación que no se llene la boca recurriendo a la religión para explicar la Guerra de Yemen. Es muy sencillo: hablando de países árabes, todos los problemas se reconducen a la religión, sobre todo si se trata de guerras porque el islam es así: violento, agresivo, belicista… Por el contrario, el petróleo no es ni violento, ni agresivo, ni belicista, y los monopolios petroleros tampoco.

El imperialismo tira la piedra y esconde la mano. Para eso tiene a su manada de “analistas” a sueldo, encargados de ocultar los datos más básicos de cualquier guerra. En el caso de la Guerra de Yemen, esos datos se ocultan porque los mequetrefes comen de la mano que les tiende una de las partes de la guerra, Arabia saudí, un país que desde su mismo nacimiento ha desatado numerosas guerras de agresión contra Yemen.

A favor de Yemen juega una pequeña ventaja: a causa del dinero saudí, el interés por ella es ínfimo, por lo que no proliferan esos que ponen a “unos y otros” en la balanza, a los agresores con los agredidos, a las víctimas con los victimarios. En la Guerra de Yemen hay un único responsable que es Arabia saudí, que con la ayuda del imperialismo estadounidense intenta apoderarse de los recursos petrolíferos de Yemen porque los suyos no le resultan suficientes.

Arabia saudí desencadenó su primera guerra contra Yemen en 1934, en la que ocupó las provincias de Jizan, Assir y Najran. En otras dos guerras desatadas en los años setenta del pasado siglo se apoderó de Wadiya y Sharura. En la actual guerra el objetivo es adueñarse de Hadramaut, en el sur, donde en 1979 una multinacional italiana descubrió los primeros yacimientos. Posteriormente apareció más petróleo también en otras provincias, como Marib y Jawf.

Yemen tiene una reservas de petróleo estimadas en 4.000 millones de barriles. En 2010 producía 250.000 barriles diarios y luego apareció el gas. La multinacional francesa Total levantó una central de licuado para destinarlo a la exportación. Riad y Washigton han llegado a un acuerdo para congelar la explotación de los yacimientos durante 30 años. La presión que ejercieron para que el gobierno yemení cesara las prospecciones no surtió efecto.

Gracias a la guerra Arabia saudí se apodera del 63 por ciento de la producción petrolera de Yemen en las regiones fronterizas entre ambos países, en colaboración con el presidente depuesto, Mansour Hadi. Con el petróleo saqueado a Yemen, los jeques saudíes compran las armas y pagan a los mercenarios de Blackwater que mantienen la guerra contra 26 millones de yemeníes. En 20 meses de guerra, Riad ha comprado armas en Estados Unidos por valor de 70.000 millones de dólares.

Estados Unidos justifica su colaboración con la agresión saudí y sus bombardeos con la excusa de la lucha contra Al-Qaeda, la misma a la que apoya en Siria. Sin embargo, recientemente en Yakla, en el centro de Yemen, las bombas cayeron sobre la población civil.

Hasta la fecha el saldo no son divisas sino 15.000 muertos, la mayoría civiles, 40.000 heridos, tres millones y medio de desplazados, 200.000 refugiados y 17 millones que necesitan ayuda alimentaria, de los que cinco millones pueden fallecer en las próximas semanas a causa del bloqueo impuesto por los saudíes.

Mientras, las televisiones se escandalizan por la muerte de cuatro personas en Londres en un brutal acto terrorista. Entonces, ¿cómo calificar a la Guerra de Yemen?»

https://movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com.es/2017/03/la-guerra-de-yemen-no-se-financia-con.html?m=1

FUENTE; Movimiento Político de Resistencia, 24/03/2017

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