Hace unos días un donante nos escribía: a través de vuestras fotos podemos ver como la infancia en Yemen está cada vez más triste, más perdida. Cuando empezó la guerra y el reparto de alimentos, algunos niños y niñas sonreían en las fotos, ahora solo hay que mirarlas para ver la tristeza, el hambre y el horror en sus ojos.
Y es cierto, la situación en Yemen ha hecho mucha mella en la infancia. Algunos niños y niñas ya solo conocen esa vida, llena de bombas, de hambre, de miedo.
Antes, cuando Faten llegaba a las casas los niños corrían tras ella riendo, saltando a veces. Ahora están callados, al lado de sus madres o en el suelo en jergones. Con la mirada de un anciano de 90 años, perdida a veces, sin esperanza.
Robarle a un pueblo la ilusión de sus niños y su alegría, es dejarle sin nada. Serán un pueblo sin futuro o con un futuro desesperanzado.
Nada nos impedirá seguir y seguir, porque lo que más deseamos, es que un día vuelvan a sonreír.
Gracias por ayudarnos a lograrlo. Sin vuestras donaciones, sería imposible.
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