Una guerra que en breve cumplirá 10 años, los mismos que la comunidad internacional ha decidido ignorar a Yemen y a su población, condenándola a una emergencia humanitaria brutal.
Incesantes ataques aéreos, bloqueo económico y geográfico, retirada de ayuda por parte de organismos como el Programa Mundial de Alimentos, destrucción de infraestructuras básicas, sistema sanitario colapsado, epidemias constantes y muchas otras calamidades, han convertido el país en uno de los peores del mundo para vivir (y de los más peligrosos para la infancia, con una de las mayores tasas de mortalidad en los menores de 5 años).
Y ahora, su puesta en pie frente al sionismo y el genocidio de sus hermanos en Gaza, incrementa los ataques aéreos y la población no está segura en ningún lugar.
Que sea uno de los países más bombardeados de la historia debería movilizar a millones de personas en ayuda de los yemenitas, especialmente mujeres y niños, los más vulnerables, pero la realidad es que EL SILENCIO ES ABRUMADOR.
