MARAVILLOSO artículo que nos dedican en Xarxanet Associacionisme, medio para la información y difusión del mundo asociativo y el tercer sector social en Catalunya.
En catalán, os dejamos aquí la traducción (larga, lo sabemos, pero es de los mejores artículos que nos han escrito nunca). Gracias Dani Sorolla!!
Solidarios sin Fronteras: una pequña ONG catalana, frente a la peor crisis humanitaria del planeta.
Nos adentramos en la labor de la única ONG del Estado que trabaja en Yemen, un país masacrado por una guerra y la mayor emergencia humanitària del planeta, que ha provocado cientos de miles de muertos y desplazados.
A primera vista, se podría pensar que la historia de Solidarios sin Fronteras es un milagro. Una ONG muy pequeña, de Barcelona, repartiendo alimentos, agua y ayudando a la educación de los jóvenes en Yemen, el país más convulso del mundo, cerrado al exterior desde 2015 por una guerra que ha derivado en la peor emergencia humanitaria del planeta.
Nada más lejos de la realidad, detrás de esta ONG está la perseverancia —terquedad, según ellas— de tres mujeres: Eva y Noèlia, catalanas, y Faten, yemení.
«¿Podemos hacer algo para ayudar a mi pueblo?» Este mensaje que Faten T. envió desde Yemen a Eva Erill en el 2015, cuando hacía poco tiempo que habían empezado los bombardeos en el país, lo cambió todo. Eva, que ya tenía experiencia como cooperante, se activó para dar respuesta al grito de ayuda de su amiga, que había conocido en Yemen durante el primer viaje que hizo al país, en el 2013.
A partir de ahí, nació Solidarios sin Fronteras, una pequeña ONG –la única de todo el Estado– que tiene presencia en el país del mundo donde es más difícil trabajar y en el que el 80% de la población necesita ayuda humanitaria y protección. Más datos: el 58% de la población vive en la pobreza extrema, once millones sufren niveles críticos de inseguridad alimentaria y más de cuatro millones se han visto obligados a desplazarse y han perdido sus hogares.
El inicio de todo: una amistad que se fraguó en la “Arabia feliz”
Eva sintió curiosidad por Yemen a raíz de un artículo en la revista National Geographic, donde se hablaba de Saná, la capital, como “la ciudad más bonita del mundo”. Inquieta y viajera por naturaleza, cogió la mochila y se marchó hacia allí. A los pocos días de estar allí, mientras observaba maravillada la puesta de sol desde la terraza del hotel Burj al Salam, se le acercó una chica que estaba celebrando su cumpleaños con amigos y amigas y le ofreció un pedazo de pastel. Era Faten. Ellas no lo sabían, pero ese encuentro cambiaría sus vidas para siempre.
EL Yemen de antes de la guerra, a pesar de ser un país muy pobre, era un lugar “absolutamente mágico”, asegura Eva. Se le conocía como LA Arabia feliz y destacaba por la hospitalidad y la afabilidad de sus gentes. Sin embargo, no era un destino turístico habitual. De hecho, Eva explica que cuando pidió el visado de turista para ir, hacía siete años que no se expedía ninguno desde España. «Enseguida me unió un vínculo muy fuerte con el país y con su población», señala.
La amistad con Faten, con la que mantenía la relación a través de las redes sociales, se fue consolidando y reforzó los lazos de Eva con el país, que visitó un par de veces más. También se enamoró de Socotra, una isla yemení situada entre el mar de Arabia y el golfo de Adén, donde también hizo amistades y estableció una red de contactos.
Ahora bien, la última vez que estuvo en Yemen continental, a principios del 2015, ya se dio cuenta de que las cosas no iban bien. “En el aeropuerto de Saná había muchos altercados, mucha gente y muchos kalashnikovs; toda la gente estaba muy nerviosa”, relata Eva.
Pocos meses después, en marzo del mismo año, estallaría una guerra atroz, que llevaba años cociéndose, y que enfrenta al grupo partidario del gobierno de Abd Rabbuh Mansur Hadi, que cuentan con el apoyo de una coalición internacional liderada por Arabia Saudí y amparada por Estados Unidos; contra la facción rebelde de los houthis, chiítas y con conexiones con Irán.
El grito de ayuda que llegó desde Yemen
Poco después de empezar la guerra, llegó el mensaje desesperado de Faten: “¿podemos hacer algo para ayudar a mi pueblo?”. Enseguida, Eva se puso en marcha para responder a la llamada de su amiga.
Pero no fue fácil: «Yo tenía experiencia como cooperante voluntaria, pero eso era muy diferente, estábamos hablando de hacer una asociación para trabajar en un país en guerra, completamente bloqueado», expresa Eva, que enseguida recibió el apoyo de su amiga Noèlia Ruiz, que se implicó a fondo en el proyecto y hoy dirige la entidad con Eva y Faten.
Y así nació Solidarios sin Fronteras, proyecto liderado por tres mujeres que no fue fácil de poner en marcha. Al principio, Eva, presidenta de la entidad, se dio cuenta de que no había ninguna asociación española con presencia en Yemen, donde a duras penas operaban grandes ONG internacionales como Médicos Sin Fronteras y similares.
El primer obstáculo fue encontrar una contraparte en el país, de hecho, fue imposible: “Faten me dijo que no sería posible, que la situación en el país era terrorífica y no confiaba en nadie, y que lo haría todo ella misma” .
De esta manera empezó a funcionar la entidad, con Eva y Noèlia en Catalunya buscando fondos y dando voces, y Faten ejecutando los proyectos sobre el terreno. La primera idea fue enviar dinero para comprar y distribuir alimentos a familias, sobre todo con mujeres y niñas, que huían de la guerra.
La asociación recogió dos mil euros y los envió a Yemen, pero los devolvieron. «Nos dijeron que el país estaba cerrado y no se podían hacer envíos de dinero ni nada», expone Eva.
La única fórmula que encontraron para ello fue a través del único banco en España que trabaja en Yemen, que no es una entidad de fácil acceso ni permite abrir cuentas personales ni de entidades. Después de muchas gestiones, Eva logró hablar con el banco: “Cuando les conté lo que queríamos hacer alucinaron tanto que me dijeron que nos ayudarían y nos permitirían abrir una cuenta porque si no, no podríamos hacer de otra forma”.
Diferentes proyectos para paliar la peor emergencia humanitaria del planeta
Durante estos años, y pese a todas las dificultades, Solidarios sin Fronteras ha llevado a cabo una labor muy valiosa para la población de Yemen. Empezaron con el proyecto de alimentación y en un principio repartían quince cajas de alimentos al mes para quince familias. Hoy, reparten unas doscientas cada mes, que alimentan a cerca de mil trescientas personas, de los cuales la mayoría son niños.
En 2016 pusieron en marcha un proyecto de agua potable, y ya han instalado unos cuarenta y cinco depósitos de agua, que llenan tres veces por semana, en campos de personas refugiadas que hay repartidos en el país y en varias escuelas. La falta de agua, explica Eva, es un problema endémico en el país y que se agravó por la epidemia de cólera que todavía hoy asola Yemen. Gracias a este proyecto, unas siete mil personas tienen acceso a agua potable.
Solidarios sin Fronteras también ayudó a la reconstrucción de Sokotra, que sufrió la embestida de dos ciclones a finales del 2015 que destrozaron la isla. Lograron levantar de nuevo unas trescientas casas que alojan a más de un millar de personas.
Y lo que, según Eva, es el proyecto estrella de la asociación, pero también el más costoso, que brinda alimentación al alumnado de diversas escuelas del país. Una iniciativa que empezó en una escuela de niñas, en parte para combatir otra problemática que afecta al país: el matrimonio infantil, que hace unos años se había logrado reducir al 16%, pero hoy vuelve a estar disparado con una tasa del 72%.
“Repartimos un desayuno diario, a base de leche, pan, queso, huevo, atún y fruta; y lo cierto es que muchas niñas que habían abandonado la escuela volvieron y todavía se han sumado muchas más.
Posteriormente, también se ha realizado con escuelas mixtas para paliar otra lacra, que sufren sobre todo los chicos, que es el reclutamiento para convertirse en niños soldado. “Así, el proyecto cumple diferentes objetivos: alimenta, educa y protege a los jóvenes”, detalla Eva, que concreta que actualmente ya lo llevan a cabo en tres escuelas y facilitan lo que, en muchos casos, es la única comida del día a más de mil quinientos niños y jóvenes.
El último proyecto de la entidad, que ha puesto en marcha hace poco más de un año, se propone luchar contra la desnutrición infantil, una problemática creciente en el país. De hecho, los datos de Naciones Unidas al respecto hacen heredado: en Yemen muere un niño menor de cinco años cada nueve minutos. Así, Solidarios sin Fronteras se encarga de ofrecer alimentos, servicio de pediatría, medicinas y todo lo que los niños desnutridos necesiten para recuperarse.
Un país olvidado, una guerra silenciada
La de Yemen es la peor emergencia humanitaria del planeta, pero también es una de las más invisibilizadas. Por eso, otra de las tareas relevantes de la asociación es hacer sensibilización y difusión de la situación que vive el país. La ONU calcula que la guerra y la crisis humanitaria ha provocado ya la muerte de casi 400.000 personas, el 70% de las cuales son niños, aparte de los heridos y el desplazamiento forzoso de millones de yemeníes.
Pese a estos datos, no es un país que cuente con soporte humanitario sobre el terreno. “Si no tienes contactos allí, con la imposibilidad total de entrar en el país, es muy difícil trabajar con ellos; aparte del esfuerzo que hemos hecho, nosotros tuvimos suerte y hemos hecho muchas cosas porque no sabíamos que no se podían hacer”, comenta Eva.
La guerra de Yemen tampoco es un conflicto que aparezca a menudo en los medios de comunicación, al contrario, es uno de los más silenciados del mundo. También en España. “Aquí el elemento clave para explicarlo es la venta de armamento: Europa, y especialmente el Estado español, están vendiendo armas a Arabia Saudí ya Emiratos Árabes Unidos, que está demostrado que se emplean para masacrar a la población yemení, y eso en los medios es un tema que no se puede tocar”, razona.
Aparte, la guerra de Ucrania ha centrado todos los focos en los últimos meses, tanto en la atención mediática como en la solidaridad. Un hecho que indigna a Eva y, añade, demuestra una vez más la hipocresía y el racismo que imperan en Occidente. “Tenemos un gobierno que dice y repite que matar a niños ucranianos es horroroso, pero al mismo tiempo vende armas que matan a niños yemeníes, exactamente lo mismo que ocurre con la acogida; es decir, lo que se está haciendo con las personas refugiadas ucranianas es acoger, todo lo demás no lo es”, sentencia.
Todo ello lo han sufrido en Solidarios sin Fronteras, que han visto cómo las aportaciones a la entidad han descendido considerablemente porque se han desviado hacia Ucrania. “No puede que toda la ayuda vaya a la misma banda, y es evidente que hay que ayudar a los ucranianos, pero no dejando de lado otras causas que quizás lo necesitan aún más; nos ha costado mucho crecer y hacer lo que hacemos, y que una guerra europea, que ni siquiera está en Yemen, afecte tanto a lo que hacemos, pensamos que no es justo”, asevera.
Quien quiera colaborar con Solidarios sin Fronteras puede hacerlo a través de diferentes vías, todas ellas bien explicadas en la web de la entidad: desde hacerse socias hasta realizar aportaciones a través de diferentes plataformas como Teaming, con varios grupos abiertos, o Migranodearena. “Ahora mismo necesitamos unos doce mil euros al mes que no tenemos por la bajada de donativos”, revela. Las víctimas de la peor tragedia humanitaria del mundo lo necesitan.
FUENTE: Dani Sorolla/Xarxanet.org/05-07-2022